Cartagena acoge al poeta Simón Hernández Aguado para el primer Poetry Slam del año

  • El evento tendrá lugar el martes 21 de enero en el mítico café Mister Witt   
  • El autor de ‘Si los coches hablaran’ (2014) y ‘Las calles de la memoria’ (2016), presenta ‘Soterraña’ (2024) en esta nueva velada de poesía en vivo

16.01.25.CARTAGENA – Tras la primera edición de la Gala de entrega de Premios Tintero, llegamos al ecuador de la segunda temporada del torneo literario ‘Poetry Slam Cartagena’. El formato de poesía escénica reconocido con el Premio Mandarache a mejor labor de fomento de la lectura comienza el 2025 anunciando al primer artista invitado de este año, Simón Hernandez Aguado. El autor de ‘Si los coches hablaran’ (2014) y ‘Las calles de la memoria’ (2016) y ‘Soterraña’ (2024) será el encargado de apadrinar esta velada.

En palabras de Iván G. Bertachini, co-coordinador del Poetry Slam Cartagena, «retomamos esto que tanto nos gusta con energías renovadas. El público se está portando muy bien con nosotros y el compromiso de los poetas que recitan y compiten mes a mes en nuestro escenario es impresionante». El equipo formado por los jóvenes Alejandro Egea Galán, Mercedes Serrano Conesa e Iván G. Bertachini ha fijado en el calendario el 2025 como «un año capaz de marcar un antes y un después para la poesía en Cartagena».

‘Soterraña’ de Simón Hernández Aguado
Soterraña es una travesía íntima por barcos naufragados y por islas, por un bosque de nubes y por cielos destruidos. Con una poesía llena de ventanas, el autor nos lleva de la mano por la infancia y el espejo, por los árboles rotos y las raíces, por los amores que son orilla y horizonte. En cada poema hay una conversación entre el pasado y el presente, entre el niño y el adulto, y en medio de todo está la poesía, con su agujero de tinta y su saco de luces, con su mancha de silencio en los párpados y su resistencia quebrada. Soterraña es un libro que habla al lector como a un amigo, que te invita a sentarte y a compartir un espacio. Y también es un abrazo, un pañuelo y un mar lleno de azules. Es, en esencia, una celebración de lo que nos hace vulnerables y, al mismo tiempo, nos reconcilia con la vida.